#HistoriasdelaCiencia 02: Vulcano y Mercurio, la ardua batalla del siglo XIX
- elrincondelacienci
- 7 jul 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 9 jul 2021
A principios del siglo XIX, los astrofísicos tenían un pequeño problema que venía incordiando desde tiempo atrás: el movimiento de Mercurio. Su órbita se movía lentamente describiendo el movimiento de precesión. Los científicos intentaban calcular cuán rápido se movía esta órbita mediante los tirones gravitacionales de los planetas y el Sol, los cálculos fallaban. Intentaron proponer distintas soluciones como la existencia de un nuevo planeta, Vulcano. Newcomb desechó la idea de que un cuerpo celeste o restos de ellos , mientras que Seeliger propuso que cerca del Sol existía una nube de gas y polvo y que se podía ver a través de la luz zodiacal del anochecer y amanecer. Al medir la intensidad de luz se observó que la cantidad que había era mucho menor de la necesaria para causar esta precesión. Este problema solo les dejó un camino: no tocar ningún elemento del Sistema Solar y tocar algo sagrado: la Ley de Gravitación Universal. Una de las propuestas fue que el 2 que hay en el cuadrado del radio no era 2, sino una cantidad algo mayor siendo este una idealización nuestra. Edwin Herbert Hall calculó cuál tendría que ser el número para que encajara con la precesión de Mercurio obteniendo como resultado el número 2.00000016. Newcomb descubrió que tanto Venus, a la Tierra y a Marte, pero en menor grado; por lo que los decimales que encajaban para la precesión de Mercurio, fallaba en el resto de las órbitas. Lo único que hizo Hall es proponer una solución concreta a un problema concreto, es decir, una Teoría AD HOC. Estas teoría tienen el inconveniente de que cuando intentas realizar una generalización, fallan sino que tienden a complicarse.
La modificación que propuso Hall no fue la única, ya que otros científicos propusieron otras modificaciones en la gravedad inspiradas en ecuaciones del electromagnetismo, pero con los inconvenientes de que alteraba la órbita de un planeta o no cuadraba del todo la precesión de Mercurio, incluso a cambiar la masa de la Tierra. No fue hasta 1915 en que un gran científico resolvió el problema. Ese científico fue Albert Einstein. Resolvió el problema gracias a su Teoría de la Relatividad General. Explicó que Mercurio sentía una gravedad mayor que el resto lo que perturbaba su órbita. A la fórmula de la Ley de Gravitación Universal había que añadirle un término que va con "r" a la cuarta. Esta era más completa que la de Newton y cuando Einstein se dispuso a calcular la precesión de Mercurio, dio en el clavo: 43 segundos de arco por siglo.
Por fin se había resuelto el problema que llevaba atormentando a los científicos desde mediados del siglo XIX.
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